La estructura subyacente (II)

En el artículo previo se presentó la posibilidad que nuestra realidad física se encuentre encastrada en una realidad superior; las pistas nos llevaron a que dicha realidad podría tener un sustrato completamente mental semejante a una estructura binaria (creación/destrucción) de procesos informáticos que soporta una realidad virtual; ¿apreciamos la analogía entre una realidad que sustenta al computador y otra realidad que eventualmente este crea? La realidad virtual así generada no sería otra cosa que nuestra realidad física.

Profundizaremos un poco más presentando la EEQT (Event Enhanced Quantum Theory); leemos en La Historia Secreta del Mundo (Capítulo XII, página 777):
[La Teoría Cuántica Mejorada por Eventos] parece describir el fenómeno físico más correctamente que la mecánica cuántica ortodoxa o cualquiera de sus teorías rivales (mecánica Bohmiana, GRW, etc).
Llamando a nuestro universo material "el sistema," lo que hemos aprendido de la EEQT se puede resumir de la siguiente manera: el sistema siempre se caracteriza por un cierto "estado." Resulta útil representar el estado del sistema como un punto sobre un disco. El punto central del disco, que corresponde a su origen, es el estado de caos, que también podríamos describir como "Potencial Infinito." Los puntos en la orilla representan "estados puros" del Ser, es decir, estados de "conocimiento puro no enturbiado." Entre uno y otro extremo existen muchos estados mixtos. Entre más cercano se encuentra un estado a la orilla, más puro y "organizado" es.
Ahora bien, un "observador" externo, una "unidad de consciencia," puede tener una idea -quizá exacta, quizá falsa, o bien solo parcialmente exacta- del "estado real" del sistema, y observaría el sistema con esa "creencia" suya acerca del mismo. La observación, en caso de ser prolongada, es capaz de causar un "salto" en el estado del sistema. [...]
De acuerdo a la EEQT, si las expectativas del observador están más cercanas al verdadero estado del sistema, el sistema salta, con mucha mayor probabilidad, en dirección de un estado más organizado y menos caótico.
Parece haber algo interesante en esta teoría: en primer lugar nos informa que es posible derivar Orden a partir del Caos al observar el Caos tal y como es, sin pretender que sea algo diferente; (1) si poseemos Conocimiento objetivo hay baja probabilidad de que un acontecimiento nos sorprenda, interfiera o incluso nos ponga en jaque.

En segundo lugar, coincide con los modelos probabilísticos, en especial con la teoría matemática provista por Kolmogorov y sobre todo con la probabilidad condicional, ya que el resultado de un suceso parece depender del Conocimiento del Observador sobre el mismo (¿podríamos arriesgar que el grado de Conocimiento condiciona la Realidad?); y por último, susurra cómo es posible, desde nuestro humilde peldaño de la tercera densidad, establecer procesos creativos o correctivos dentro de la fábrica de la realidad: por un lado, al maximizar el conocimiento exterior se logra disminuir la incertidumbre sobre los eventos exógenos, y por otro, el enfoque mental positivo se edifica sobre una confianza y conocimiento interior. Leemos de Bronte Baxter en su brillante artículo sobre Realidad y Pensamientos:
Cuando se tiene un deseo, ese pensamiento envía un pulso a través del tejido de la creación. El deseo vibra en el éter o conciencia energética, de la que todo [lo corpuscular] está hecho. Ese deseo atrae lo que sea necesario para materializar el pensamiento, porque el pensamiento es dinámico y magnético. Entonces, ¡presto! El deseo se convierte en la realidad experimentada. 

Este poder de la conciencia, del deseo y pensamiento que se manifiestan en la forma, es lo que nos convierte en co-creadores con el Infinito. La manifestación de los pensamientos en la realidad ocurre de forma automática, si tenemos o no la intención. Contemple la gente que conoce y cómo sus vidas exteriores reflejan sus actitudes (que son la suma de sus pensamientos). 

Podemos crear la realidad ya sea en piloto automático, con pensamientos aleatorios indiscriminadamente, o podemos optar por ser conscientes de cómo pensamos y hacer que la aplicación del trabajo consciente cumpla nuestros deseos más preciados.
Este importante comentario, sobre el hecho de que podríamos estar creando nuestra realidad en piloto automático, debería hacernos reflexionar en las profundas consecuencias que acarrean los sistemas de creencias implantados por medio de una velada coerción patriarcal durante la niñez, y sobre todo, si hemos introyectado al impune dictador que nos cercena de establecer procesos creativos para vivenciar emociones positivas.

¿Pero entonces qué es Conocer? Más allá de la definición usual, Conocimiento es el grado de certidumbre (certeza o verdad) que poseemos en nuestro Ser sobre la Creación; cuando realmente conocemos algo y lo aplicamos, opera un cambio en nuestro ser: es decir, crecemos en consciencia.

Finalmente es posible plantear una analogía con la Teoría de la Información del notable Claude Shannon (que curiosamente vimos hace tiempo que Información, Conocimiento y Verdad están íntimamente relacionados); esta teoría del prestigioso matemático, sobre la que se basan los protocolos de Internet y varias aplicaciones informáticas, sostiene que en la entropía de una fuente los códigos con menor probabilidad son los que aportan mayor información.

¿Y qué significa esto? Una buena aplicación práctica de la teoría de Shannon son los compresores de archivos; si observamos el procesamiento durante una compresión, veremos que durante el inicio del proceso la curva de datos (entropía) se incrementa mientras el compresor aprende (es decir, toma conocimiento sobre la fuente o archivo); llegados al promedio de la operación, se aprecia que la entropía se ameseta: el autómata del compresor ha generado una base de conocimientos suficientemente amplia y hay poca información nueva que codificar.

La analogía entre el aprendizaje que realiza un procesador es semejante al que realiza una consciencia.(2) La gran diferencia es que dicho autómata no puede entender, es decir, no puede incorporar dicho conocimiento a su base persistente de datos, y debe volver a aprender desde un inicio en cada proceso.(3) La consciencia, en cambio, podría verse como un organismo semejante a una célula orgánica que fagocita experiencias e información y, de acuerdo a su orientación, elige transportar y compartir el producto de su procesamiento, es decir Conocimiento, con sus pares o bien aislarlo para beneficio propio.

* * *
*

El Fin del Tiempo o el Tiempo del Fin

El título no pretende otra apología al funesto libro mencionado por Canseliet, apenas si podemos refocilarnos en las palabras de Sábato sobre las visiones del místico gnóstico Böhme:
La vasta crisis de los Tiempos Modernos a la que estamos asistiendo es la quiebra de la mentalidad cientificista, y a través de ella acaso podamos acceder a una reivindicación de las fuerzas ocultas que esa mentalidad proscribió, en una reintegración del hombre escindido. Según Hegel, a los períodos más terribles de la historia se siguen las horas más hermosas, porque de la "conciencia infeliz" que resulta de nuestra conciencia del mal surge luego una venturosa plenitud; idea que Nietzsche retoma cuando afirma que de la extrema decadencia resurge un nuevo clasicismo.
¿Pero cuáles son estos períodos terribles de la historia? Hemos visto que tal vez el tiempo no sea tan lineal como humanamente se lo percibe. Quizá la Matriz de la Ilusión, el gran computador hiperdimensional en donde nos hallamos inmersos, la cárcel de nuestras robóticas consciencias, en donde nos graduamos aprendiendo o enseñando a escapar, haya existido siempre (aunque Bárbol opinaba que palabras como siempre y jamás eran demasiado ominosas, utilizando el mantra mientras perduren); fuera de la cárcel no existe el tiempo: fuera de la cárcel no hay ilusión.

Sin embargo, hay intereses exógenos que operan dadas unas determinadas condiciones: el panadero no sufre el tormento del fuego, pero reconoce la fragancia del pan horneado. La humanidad en su actual estado masificado e ignorante corre el mismo peligro que las bacterias que fermentan los azúcares en la levadura del pan: estamos siendo utilizados, quizá en la anestésica vida moderna bajo una gran explosión demográfica, a inflamar una masa de energía emocional que estallará cuando sean retiradas las comodidades y ventajas a las que estamos acostumbrados (o domesticados).

Estos períodos han ocurrido cíclicamente en la historia no oficial, y se conocen como cosechas hiperdimensionales: un período de tribulación humano, y de excelente rendimiento para los pastores del rebaño. Durante estas cosechas, nuevos brotes e injertos se preparan, razas híbridas y obedientes se alistan para reemplazar el antiguo modelo humano. Ha ocurrido antes, ocurre y seguirá ocurriendo: es el camino natural, muy semejante al que destinamos a nuestros cultivos y futuros alimentos.

Tal vez, la verdadera historia humana sea un cementerio de imperios caídos, pero no deseamos crear una disonancia cognitiva, pues hay entidades de servicio al prójimo que observan desde la otra punta. Pongámonos un tanto ecuménicos y releyamos con ojos más despiertos:
Vigilad sobre vuestra vida. No se apaguen vuestras linternas, y no dejen de estar ceñidos vuestros lomos, sino estad preparados, pues no sabéis la hora en que vendrá nuestro Señor. Reuníos con frecuencia, buscando lo que conviene a vuestras almas, pues de nada os servirá todo el tiempo en que habéis creído, si no consumáis vuestra perfección en el último momento.
En los últimos días se multiplicarán los falsos profetas y los corruptores, y las ovejas se convertirán en lobos, y el amor se convertirá en odio. En efecto, al crecer la iniquidad, los hombres se odiarán entre sí, y se perseguirán y se traicionarán: entonces aparecerá el extraviador del mundo, como hijo de Dios, y hará señales y prodigios, y la tierra será entregada en sus manos, y cometerá iniquidades como no se han cometido desde siglos.
Entonces la creación de los hombres entrará en la conflagración de la prueba, y muchos se escandalizarán y perecerán. Pero los que perseveren en su fe serán salvados por el mismo que había sido maldecido.
Entonces aparecerán las señales auténticas: en primer lugar el signo de la abertura del cielo, luego el del sonido de trompeta, en tercer. lugar, la resurrección de los muertos, no de todos los hombres, sino, como está dicho: «Vendrá el Señor y todos los santos con él» (Zac 14, 5).
Todo esto es por lo menos curioso, y puesto en orden quizá también bastante alarmante. Es evidente que no hay nada fijo, así que no podemos ni siquiera considerar una fecha tan holocaústica como ruidosa como la del año 2012; pero sí es evidente, que la masa comienza a oler a tostado. ¿El horno no está para bollos?

Nos hemos referido con frecuencia al trabajo en equipo, evitando las jerarquías y el anquilosamiento elitista del Conocimiento: en el intercambio está la ganancia. Pero, ¿hemos mencionado algo sobre la abertura del cielo? El notable John Keel nos ha allanado el trabajo en su clarificador libro Operation Trojan Horse (1970) cuando menciona:
La "fuente" ha hecho intentos repetidos de explicar todo esto en términos que podamos entender. El 8 de enero de 1968, el "Sr. Orlon," del Comando Intergaláctico Ashtar, transmitió este mensaje a un contactado:
"Los platillos que menciona, son en realidad los cuerpos espaciales de ciertos agregados de conciencia. Existen duodimensionalmente, es decir, penetran simultáneamente en la tercera y cuarta dimensiones o pueden, si lo desean, confinarse en cualquiera de las dos. Su propósito ha sido, y aún es, por el momento, entrelazar estos dos reinos de consciencia que aparentemente están separados. Sin embargo, se acerca el tiempo cuando el velo se corra y lo que es Uno se percibe como Uno. Llegado este momento, los platillos vistos por pocos serán vistos por muchos. Parecerá que repentinamente han llegado a sus cielos en gran número. Pero en realidad esto no es cierto, porque efectivamente están donde siempre han estado, pero entonces el hombre verá con nuevos ojos."
Los cansados ojos del hombre no son muy buenos. De hecho, sólo podemos ver una parte muy pequeña del espectro electromagnético. Las ondas de luz son vibraciones realmente visibles del espectro, algo parecido a las ondas de radio. Las diferentes frecuencias se registran como colores diferentes en los conos de nuestros ojos. Se podría decir que nuestro aparato visual en realidad consiste en miles de diminutos receptores de radio cuidadosamente sintonizados a una diminuta porción del espectro electromagnético. Realmente no podemos ver mucho, sólo accedemos a ver lo suficiente como para hacer frente adecuadamente a nuestro entorno inmediato.
Dark people o
Visitantes de dormitorio
Aquí mojamos nuestros pies en las orillas de la cuarta densidad; tal vez algún ojo entrenado o una mente inquieta haya transitado algunos pasos erráticos por esta extraña tierra de sueños, que algunos quizá confundan con un duermevela desasosegado. Todavía no tenemos para compartir más que unas sutiles hebras de sensaciones encontradas sobre una realidad que se nos escapa, pero de la que podemos dar por sentada su existencia y de las sombrías entidades que la habitan; aunque, y en palabras del prestigioso Freixedo, no hemos de confundir a la población tan sólo por unos molestos vecinos.

Entonces la resurrección de los muertos, tal como aseguraba el diálogo entre Ray Stantz y Wiston Zeddemore, de la afamada película guionada por Harold Ramis, no es otra cosa que la cuarta densidad -donde habitan aquellos ocultos y encapuchados visitantes que siempre han estado permeando nuestra realidad e interfiriendo en nuestras mundanas vidas- comenzando a hacerse visible. ¿Acaso no será verdaderamente un Apocalipsis, literalmente, la Revelación de aquello que estaba Oculto? David Tansley en Mensajeros de la Luz (Omens of Awareness, 1977) nos comenta:
[...] sucedió algo parecido cuando Colón llegó al Nuevo Mundo. Los indígenas, que no conocían más transporte acuático que las canoas, no vieron sus buques anclados en la bahía pese a su tamaño y a destacarse sobre el horizonte. Sólo cuando el shamán de la tribu lo pensó un poco y dedujo que aquellos extranjeros tenían que haber llegado en algo, pudieron ver los barcos, aunque aun entonces hubo que señalárselos. Nosotros, por supuesto, con nuestro orgullo intelectual y toda nuestra desenvoltura del siglo veinte, no podemos ni imaginar que nos suceda una cosa así; pero nos está sucediendo, y todo el tiempo, además.

La estructura subyacente (I)

A lo largo de esta andrajosa colección que intenta denunciar del mosaico de la realidad las interferencias del factor exógeno actuando tras el velo sutil de una densidad que incesantemente nos permea, y que nos utiliza llegando al punto de predarnos si no se está alerta de la Ilusión, hemos pasado por alto analizar la posible estructura sobre las que se apoyan las densidades de consciencia.

Decimos posible porque, aun graciosamente alzados en puntillas de pie sobre nuestra Escalinata de la Creación, apenas si podemos comprender qué sucede por encima de nuestra realidad física. Podemos, por supuesto, preguntar en voz alta y quizá entonces recibamos alguna respuesta de los Hermanos Mayores. No obstante, hemos de prestar cuidadosos oídos a lo que escuchemos y ponderar si la respuesta tiende a la objetividad o busca engañarnos: timeo danaos et dona ferentes.

Algunas respuestas solemnes que se han mantenido erguidas al análisis e intento de negación, y que desde luego volcamos para su meditación y escrutinio, son las siguientes:
  • la realidad física es un centro mental de 6º densidad;
  • toda realidad sustenta su existencia a través de pensamientos.

El genial Jorge Luis Borges nos hace un curioso comentario en su artículo del año 1944: Nueva Refutación del Tiempo, cuando transcribe al filósofo empirista George Berkeley en Principles of Human Knowledge:
Hay verdades tan claras que para verlas nos basta abrir los ojos. Una de ellas es la importante verdad: todo el coro del cielo y los aditamentos de la tierra -todos los cuerpos que componen la poderosa fábrica del universo- no existen fuera de una mente; no tienen otro ser que ser percibidos; no existen cuando no los pensamos, o sólo existen en la mente de un Espíritu Eterno.
Podemos hacer una curiosa analogía informática (salvando las distancias que un computador de 3º ni se acerca a uno de 6º densidad), apoyándonos en la película Matrix, y arriesgándonos quizá a ver la realidad física como un servidor corriendo múltiples procesos que recrean un ambiente consensuado; a su vez, el servidor basaría su existencia en diseñadores de nivel superior que tal vez lo impregnen de la herencia arquetípica de las orientaciones): el ojo entrenado quizá lo relacione con el concepto gnóstico del Demiurgo.

El árbol de Amalion,
boceto de Tolkien para
la cubierta de Arbol y hoja
Profundizando un poco más, cada proceso estaría vinculado a un usuario, es decir a una consciencia; no obstante, cada consciencia poseería un perfil heterogéneo, habiendo unas que superen en permisos y funciones a otras: esto bien podría simbolizar el Poder, es decir, la capacidad de forzar la propia voluntad por sobre las inferiores o, de igual manera, el Conocimiento: la información necesaria para enaltecer el libre albedrío. Siguiendo esta línea, podríamos encontrar permisos de lectura (aquello que tendríamos la capacidad de percibir de la realidad) y de escritura (aquello que podríamos dejar como persistente en la realidad). Una consciencia con mayor perfil al de la humanidad (la hipotética cuarta densidad) tendría mayores permisos, y podría obtener y ejercer mayor control sobre la realidad: controlando o monitoreando mentes, fomentado emociones o borrando las huellas de sus pasos.

¿Tal vez el lenguaje assembler de la realidad sea mental, basado únicamente en pensamientos que luego se materializan en el continuo espacio-tiempo? No es algo que nos sorprenda descubrir, de hecho, cualquier ingeniero, arquitecto o diseñador trabaja un modelo mental que luego elabora en un diagrama para eventualmente confeccionar el producto final. ¿Quizá en la cuarta densidad, al ser etérica, dúctil o maleable, sea posible abstraerse de la ilusión del tiempo y ver manifestados los objetos pensados?(1)  Meade Layne, en su libro The Ether Ship Mystery and its solution tiene algo que aportarnos al respecto:
Es de la realidad etérica de donde provienen las diversas formas de las Naves Etéricas. La materia etérica reacciona a la energía del pensamiento. Los vehículos etéricos son confeccionados de esta forma en las regiones etéricas de la Tierra, Venus o Marte, como en otros lugares; pero esto no significa que sean fabricados en las regiones humanamente visibles de estos planetas. Estas naves han sido, y siguen siendo, para viajes interplanetarios. [...]
Esta afirmación sobre viajes interplanetarios suscita, para nosotros, el problema de las enormes distancias y tiempos que se requerirían para recorrerlos, incluso a velocidades que excedan la de la Luz.  Pero desde el punto de vista del Ocultismo, este problema no existe: estas naves son materiales en nuestro sentido de la palabra, cuando están en regiones adyacentes a nuestra Tierra. En realidad, son siempre de materia cuando entendemos la materia en el más sentido amplio, dado que los éteres más sutiles siguen siendo corpusculares, y bien pueden denominarse materiales,(2) pero poseyendo propiedades desconocidas o diferentes a la materia en nuestro plano de existencia. Podríamos indicar que durante el tránsito de estas naves por nuestra realidad su naturaleza es la de una forma de pensamiento. [...]
Poco importa donde fue formada mentalmente la nave, lo importante es que un principio fue una construcción mental, como lo es una caja o una mesa en la mente de su hacedor. El carpintero piensa en detalle la mesa antes de confeccionarla: se trata de una idea que primero se plasma en "materia mental" y luego utiliza la energía de su mente y cuerpo para "llenar" con materia más densa, como la madera, dicha estructura mental: en pocas palabras la materializa. [...]
El origen mental de todo nuestro mundo objetivo es, en cierta manera, una obviedad tanto en la filosofía como en la ciencia teórica.
Es evidente que podríamos encontrar más analogías, pero para esta introducción hemos presentado lo suficiente; en esencia, buscamos señalar junto a la naturaleza etérica de los procesos de abducción dos aspectos importantes:
  • la interferencia del factor exógeno, haciendo especial mención sobre la estratagema del control mental -los conocidos implantes ligados a la limitación- podrían tratarse de simples hackeos o intrusiones en la configuración mental de cada consciencia, donde un perfil superior ejerce el poder para alterar la persistencia u homeostasis interna, infectando con conductas caóticas y autodestructivas que en última instancia, llevaría a transformar la propia consciencia en su peor enemiga;
  • las capacidades creativas pasan por identificar estas intrusiones, lograr alterar o reconfigurar el propio patrón mental y elaborar una estrategia para ayudar a otros a que, de manera consciente, hagan lo mismo.
Para finalizar y con vistas a nutrir el punto de vista planteado, el profesor Tolkien escribió una interesante historia sobre la construcción de realidades y la formas de enriquecer la Creación, actuando como co-creador de realidades, en su cuento Hoja, de Niggle: un notable planteo si se entiende al protagonista, un artista frustrado que deja inconclusa su obra al abandonar la tercera densidad por una enfermedad, pero vuelve a ella ya siendo una realidad -todavía por completar- en la cuarta densidad.

* * *
*