Demonología, ufología y el trabajo interior (II)

La mayoría de los ensayos alquímicos hablan de La Gran Obra desde un punto de vista esotérico, como la depuración de la Piedra Filosofal. Hablamos de depuración y no de generación porque consideramos que el verdadero trabajo se trata de una reducción de la materia bruta a su quintaesencia pura. ¿Podríamos atrevernos a una curiosa analogía informática aquí? La Gran Obra, el Trabajo Interno, es el proceso de convertir un canal ruidoso en un canal puro que permita la conexión al Ser Esencial, al espíritu o quintaesencia; en el libro Oahspe: A New Bible se nos comenta algo interesante al respecto cuando se nos describe el concepto de «iesu»:
Una persona sin sexo; una sin la posibilidad de la pasión sexual. Algunos hombres, como Brahma, alcanzan a Iesu. Incorrectamente llamado Iesus. La palabra hebrea Ieue fue hecho de Iesu; uno que puede oír la voz del Gran Espíritu. Ieue ha sido indebidamente confundido con Jehovih. Los hombres que alcanzan Iesu se dice que han alcanzado el estado de mujer, es decir, haber cambiado de sexo.
Contrariamente a la comprensión literal, el sentido esotérico de «iesu» -además de conectarlo con el proceso que transitó el Jesús gnóstico- es muy semejante al Rebis: el ser andrógino, la dualidad, la perfección e ideal alquímico: la unión perfecta del hombre y la mujer, tal vez cercano al concepto de amor cortés medieval: la sublimación de los instintos.

En el modelo Cassiopaea, el trabajo interno correspondería a limpiar la interfaz espiritual de cuarta densidad -es decir el alma- de todas aquellas impurezas o samskaras que atenúan o distorsionan la conexión a la quinta densidad donde reside el Espíritu. Hemos visto que este trabajo puede ser bastante arduo, al considerar la posibilidad de la interposición de entidades que parasitan el alma; el caso patológico se trataría de una posesión demoníaca y los cuadros menos dramáticos tan sólo de una infestación.

El ojo entrenado comprenderá que la humanidad ciertamente se encuentra infestada o alienada.

Carlos Castaneda ofrece un enriquecido punto de vista en su libro El Lado Activo del Infinito en el que sostiene que la civilización humana es de origen demoníaco. Los demonios -las entidades alienígenas de consciencia superior de servicio egótico- enseñaron al humano primordial cómo pensar: este acto lleva a la reflexión egoica: un rumeo constante sobre la importancia propia separada del prójimo, que conduce a actos de agresividad territorial y reactividad emotiva contra su entorno.

Partiendo de esta incesante reflexión propia o engrandecimiento del ego -en graciosa analogía con John Baines- surge el homo-sapiens, la especie pensante, que a su vez lo reduce a un esclavo de los demonios (o Voladores) que predan su energía:
Don Juan tenía una sonrisa de oreja a oreja. Rebosaba de placer. Me explicó que los chamanes ven a los niños humanos como extrañas bolas luminosas de energía, cubiertas de arriba a abajo con una capa brillante, algo así como una cobertura plástica que se ajusta de forma ceñida sobre su capullo de energía. Dijo que esa capa brillante de conciencia era lo que los predadores consumían, y que cuando un ser humano llegaba a ser adulto, todo lo que quedaba de esa capa brillante de conciencia era una angosta franja que se elevaba desde el suelo hasta por encima de los dedos de los pies. Esa franja permitía al ser humano continuar vivo, pero sólo apenas.
Como si hubiera estado en un sueño, oí a don Juan Matus explicando que, hasta donde él sabía, la humanidad era la única especie que tenía la capa brillante de conciencia por fuera del capullo luminoso. Por lo tanto, se volvió presa fácil para una conciencia de distinto orden, tal como la pesada conciencia del predador.
Luego hizo el comentario más injuriante que había pronunciado hasta el momento. Dijo que esta angosta franja de conciencia era el epicentro donde el ser humano estaba atrapado sin remedio. Aprovechándose del único punto de conciencia que nos queda, los predadores crean llamaradas de conciencia que proceden a consumir de manera despiadada y predatorial. Nos otorgan problemas banales que fuerzan a esas llamaradas de conciencia a crecer, y de esa manera nos mantienen vivos para alimentarse con la llamarada energética de nuestras seudo-preocupaciones.
Enfatizando este punto de vista, los humanos civilizados no somos otra cosa que ganado, una granja humana de granjeros demoníacos; y la invención de la agricultura y ganadería tan sólo una copia de las conductas parasitarias de nuestros hermanos mayores. Tal vez, para el ojo entrenado un OVNI sea análogo a un tractor operando en un sembradío: aparece muy de vez en cuando y por las mismas razones.

El Arbol de la Vida y las Emanaciones
Qlipóticas destructivas de las que
la Humanidad forma parte
¿Cómo romper este ciclo urobórico? Una consideración importante: las cosas son como son, pero siempre hay un camino. Para aquellos realmente entrenados, comprenderán que la Directiva Primaria se distorsiona en Tres Orientaciones que cuando atraviesan el plano físico se fragmentan en otros Siete Principios, muy semejante al poema élfico de los Anillos de Poder. El esquema actual de cosecha de loosh no puede ser erradicado de la realidad humana pues corresponde al Arbol de la Vida, las Sephiroths kabalísticas y en verdad sería un desenfreno egoico imponer el servicio al prójimo. Como tal, esta tercera escalinata de la creación ofrece sustento a la cuarta densidad egótica y, para aquellas entidades que así lo elijan, puede tomarse como una escuela donde liberarse de las impurezas del alma y lograr el balance y por fin la liberación.

El paso inicial consiste en el descubrimiento interno, en detectar las impurezas: aislarlas y comenzar su proceso de inanición; en una palabra, en descubrirse objetivamente. Durante este trabajo interno, el Buscador deberá trazar un mapa del laberinto del subconsciente, llevando cada samskara a la consciencia para disipar las nieblas de la ignorancia. Se trata de una buena analogía con los juegos de rol y mitos sobre laberintos y mazmorras, donde el protagonista transita por una caverna en penumbras, enfrentándose con diferentes enemigos que la custodian.

Relacionado con esto, y enfatizando que la verdad supera con creces a la ficción, el material Matrix publicado por Valdemar Valerian desarrolla lo que es posible encontrarse como enemigo en los salones del inconsciente:
Existe otro procedimiento que se desarrolla cuando el sujeto receptor es acostado en una mesa (o suspendido en el aire) mirando boca arriba, donde puede observar una barra de luz o luces estroboscópicas de varios colores. Es entonces donde... implantes psicológicos pueden ser reestimulados.

Algunos de estos implantes son responsables de que los humanos no reconozcan su propia naturaleza
[¿puedan atentar contra su propia vida?] y también como mecanismos para limitaciones autoimpuestas que son tan comunes en la Tierra. Durante este proceso el sujeto es reprogramado para desarrollar actividades que puedan ser detonadas en cualquier momento.

Existe alguna evidencia que muchos abducidos en el pasado cercano fueron programados con instrucciones, pero de las que no es posible determinar la naturaleza exacta, sólo que pueden ser detonadas y ejecutadas en los próximos años.
Es notable que mucho del material sobre implantes reconozca la posibilidad de tecnología psíquica (el término implante etérico puede estar relacionado con un dispositivo tecnológico semiconsciente -¿tal vez una forma orgánica?- que dispare o genere alteraciones hormonales: en términos de la psiquiatra Shakuntala Modi un implante espiritual -que los kardecistas o espiritistas relacionarían con un espíritu obsesor-, en ambos casos se trata de elementos sutiles -no físicos- que disparan o detonan cambios que alteran la bioquímica del organismo). Erradicar estos samskaras requerirá de niveles inhumanos de disciplina psíquica donde aplicar el trabajo consciente por ráfagas intensas de tiempo, no sólo para su identificación sino para eliminar los estímulos detonantes. En general, este trabajo requiere del trabajo en grupo, pues el ego minimiza o esconde los defectos propios como un mecanismo de defensa. En verdad es el trabajo del guerrero espiritual.